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Capítulo 28

Norma hizo un puchero, como una niña coqueta suplicando con total timidez. ¿Quién podría resistirse a la súplica suave de una chica bonita? Norma sonrió con confianza para sus adentros. Como una de las celebridades más populares del momento, no le faltaban pretendientes adinerados. Aquellos hombres con apenas unos cuantos millones de dólares ni siquiera llamaban su atención. En cambio, alguien como Sergio, que prácticamente estaba en la cima, guapo, rico y poderoso, le parecía perfecto para ella. Sergio no la miró. Su mirada, profunda y amenazante, se posó directo sobre Miguel. —Miguel. Miguel sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Pensó que esta señorita Silvia le había hecho meter a alguien problemático. Si esto seguía así, él también iba a salir perjudicado. —Señorita Norma, por aquí, por favor. —Pero todavía no termino de hablar. Norma todavía no quería irse. Miguel le dedicó una sonrisa cortés: —Señorita Norma, el señor Sergio está muy ocupado en este momento. Le pido que por favor se retire. —Pero aún no he dicho lo que vine a decir. Miguel lanzó una última advertencia: —Señorita Norma, si no se va ahora mismo, puede que la situación se torne algo incómoda. Aunque fuera ingenua, Norma comprendió con claridad el mensaje. Con un gesto entre indignado y coqueto, dio un pisotón suave y por fin salió de la oficina. La oficina recuperó la calma, y solo entonces la mala cara de Sergio se relajó un poco. Poco después, su celular vibró. Elena: [Ya estoy abajo, en la entrada de la empresa, esperándote.] Sergio: [Voy de inmediato.] Guardó el celular y se levantó para bajar. — Con la llegada del otoño, el clima se volvió un poco más fresco, con ráfagas de viento constantes. Elena llevaba un cárdigan tejido de color azul claro, un pantalón jean en tono marfil y un moño alto que recogía su cabello, dándole un aire redondeado, tierno y algo despreocupado. El viento le pareció frío, así que se metió las manos apresurada dentro del suéter. Justo entonces, se encontró con Miguel y Norma saliendo del edificio. A su alrededor, varias personas no pudieron evitar fijarse en Norma. —¡Pero por el amor de Dios! ¡Es Norma! —¡Una mamacita! —¡Es aún más linda en persona que en pantalla! Aunque no había conseguido nada con Sergio, afuera seguía siendo la estrella adorada por todos. Norma sonreía y saludaba con total naturalidad, demostrando a la perfección su profesionalismo como celebridad. Al llegar a la puerta, se encontró justo con Elena. La miró con desprecio y soltó una risita burlona. —No creo que puedas ver al señor Sergio ni en sueños. Mejor vete ya, no estorbes. Si ni yo pude lograrlo, ¿tú crees que tú sí? No hagas el ridículo. Ja,ja,ja… Si ni ella, con su fama, había logrado su objetivo, mucho menos lo haría Elena, alguien sin nombre ni posición. Le quitó de inmediato la vista de encima y subió con pasos decididos a una lujosa camioneta tipo van para celebridades. Elena parpadeó varias veces, recordando lo que Norma acababa de decirle. Emmm... Parece que no lo consiguió. No pudo evitar sentirse un poco nerviosa al respecto. Si ni siquiera Norma había logrado lo que quería, ¿de verdad ella tendría alguna oportunidad? Apenas se marchó Norma, toda la atención se centró en Elena. De repente, había una chica tímida y bella parada frente a la empresa. —¡Ella también era muy guapa! —¿Trabaja aquí? ¿En qué departamento está? ¿Alguien tiene su contacto? —No, la había visto antes. —No importa, ¡hay que lanzarse de una! Uno de los más atrevidos se acercó directamente a Elena. Llevaba un traje formal, usaba gafas de montura negra, medía aproximadamente 1.75 metros, tenía un aspecto bastante común y un aire un poco tímido. —Disculpa, ¿podrías darme tu contacto? A Elena siempre le costaba rechazar a la gente, sobre todo cuando eran tipo tan educados. Con algo de vacilación, respondió. —Está bien... —Yo te escaneo. Sacó su celular y, mientras bajaba entretenida la cabeza para buscar su código QR con atención, una figura pasó junto a ella sin que lo notara. Hasta que de pronto una voz fría y familiar se hizo escuchar. —¿Vas a subir o, no?

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