Capítulo 88

Elena no había terminado de hablar cuando la llamada fue colgada abruptamente. No le dieron la oportunidad de decir más. Esto le permitió experimentar cómo se siente ser colgado de esa manera. Sin desanimarse, Elena intentó llamar a Sergio varias veces más, pero sin éxito; él ya no volvió a responder. Después de terminar de bañarse, Laura salió del baño secándose el cabello con una toalla. —Ya terminé, puedes ir a bañarte. Sin embargo, notó que Elena lucía desanimada, como si alguien le hubiera arrebatado el alma. Laura se sentó a su lado y le masajeó suavemente la cabeza. —¿Qué te pasa? —¿Qué hago si alguien no quiere hablarme? —Pide disculpas. —¿Y si las disculpas no funcionan? —Invítalo a comer. —Ya intenté, me rechazó... —Elena puchereó, visiblemente triste. Laura solo pudo darle palmaditas en la espalda para consolarla. —Suena como que está realmente enojado, sigue intentando, a veces solo necesitan más tiempo y atención. —¿Cómo lo convenzo? —Así, mañana le llevas el almuerzo, algo hecho por ti. —Pero no sé cocinar —Elena estaba preocupada, pero comenzó a arremangarse—. No importa, puedo aprender. —No aprenderás a cocinar en un día, y aunque lo hicieras, probablemente no quedaría delicioso. Las palabras de Laura hicieron que el entusiasmo de Elena se desinflara de inmediato. ¿Acaso este método tampoco funciona? ¿Qué más se podría hacer entonces? Laura sonrió y ofreció: —Pero yo puedo ayudarte a cocinar. —¿No dijiste que tenía que ser algo hecho por mí? —No sabrá quién lo hizo. Si no lo dices y yo no lo digo, ¿quién lo sabrá? —Ehmm... ¿Eso no sería un poco deshonesto? —No es una cuestión de principios, no hay por qué preocuparse. Mañana prepararé todo, tú solo preocúpate por descansar esta noche y mañana solo entrega la comida. Sin mejores opciones a la vista, Elena decidió probar este método, pensando que podría funcionar. —Laura, gracias de nuevo. —No hay de qué, somos amigas. Ahora ve a ducharte y a dormir temprano. —Está bien. — Al día siguiente. Cuando Elena se levantó, Laura ya había salido. En la mesa había un desayuno y dos loncheras que Laura había preparado; una nota acompañaba las loncheras. [Una es para ti y la otra para la persona a la que quieres impresionar. Coman juntos, y con el estómago lleno, todo se siente mejor. ¡Ánimo! ] [No olvides calentarlas antes de salir. ¡Te quiero!' Elena, al ver todo lo que Laura había preparado, deseó poder abrazarla y besarla. Laura realmente la cuidaba mucho. Con esta lonchera, Elena tenía una excusa para ver a Sergio, aunque no estaba segura de poder encontrarse con él. A las 11:30 a.m., Elena llegó a la entrada del edificio Corporación del Futuro. Después de dudar un poco, se acercó a la recepción. —Disculpe, si quisiera ver al jefe Sergio, ¿necesitaría hacer una cita? ¿Cómo podría hacerla? Habiendo visto muchas series de televisión, esperaba que le pidieran hacer una cita, así que tomó la iniciativa. La recepcionista la miró de arriba abajo y dijo de manera resuelta. —Lo siento, no se puede hacer cita. El jefe Sergio no recibe visitas externas.