Capítulo 11
—Oh, Silvio, tengo las llaves de la casa de Esther. Todavía hay un auto en su casa... ¿Por qué no te mudas allá? Al fin y al cabo, ustedes ya están casados.
Liliana dudó un momento, y luego volvió a preguntar.
—No, gracias, Liliana. Mientras Esther siga con vida... Yo seguiré viniendo a verla con frecuencia.
Ah, por cierto, últimamente su estado ha mejorado bastante. Hoy cuando la vi, sus párpados se movieron durante un buen rato. Parecía que podía despertar en cualquier momento.
Silvio volvió a rechazar amablemente la propuesta de Liliana.
La razón por la cual no le molestaba ir al hospital a acompañar a Esther era simplemente por esa responsabilidad que le nacía de lo más profundo de su ser.
Después de todo, ya estaban casados. ¡Esther era su esposa!
Por eso consideraba que hablarle y acompañarla era lo mínimo que debía hacer.
En cuanto al dinero, bienes materiales o cualquier otra ayuda de Liliana... Eso no le correspondía.
—Sí, lo sé. El médico ya me lo comentó. En serio te lo agradezco, Silvio.
Eres un buen chico. Si Esther te hubiera conocido antes...
Liliana volvió a agradecerle, y en sus palabras parecía haber un significado más profundo.
...
A la mañana siguiente,
Silvio y Félix desayunaron, luego comenzaron a empacar sus cosas.
Pidieron una furgoneta pequeña para la mudanza.
Cuando terminaron, ya eran las once de la mañana.
—Silvio, ¿vamos a tomar algo para celebrar?
Después de todo, ya se habían graduado, habían conseguido trabajo y un lugar donde vivir. Valía la pena celebrar.
—¡Wow! ¡Ya son las once!
Secándose el sudor, Silvio miró la hora y se sorprendió al ver que ya era mediodía.
—Félix, tengo que ir al hospital, no me va a dar tiempo de comer... lo siento mucho.
—No pasa nada... Ve tranquilo. Vi que en la entrada del conjunto hay varios locales. Iré a comer algo por mi cuenta.
—Jajaja... Perfecto, disfruta entonces.
Dicho esto, Silvio se metió rápido al baño de la habitación principal para refrescarse un poco.
Muy pronto...
Ambos salieron del apartamento.
...
Sin tiempo para almorzar, Silvio tomó el autobús hacia el hospital.
No sabía bien por qué, pero tenía muchas ganas de ver a Esther, de hablar con ella un rato más.
Tal vez era porque eran esposos... O tal vez por esos 200 mil dólares.
La Urbanización Estilvio estaba muy cerca del hospital, así que no tardó mucho en llegar.
—Querida, perdón por no venir antes. Esta mañana estuve mudándome. Apenas terminé, vine enseguida. Ni siquiera he comido.
Ya en la habitación, Silvio se sentó junto a la cama, tomó suavemente la mano de Esther y empezó a hablarle.
—¿Eh?
¿Su manita estaba... Tibia?
¿Y su rostro...?
¡Se veía más sonrosado que antes!
Intrigado, Silvio acarició instintivamente la mejilla de Esther.
¡Vaya!
¡Definitivamente estaba más atemperada que antes!
—Querida... ¿Tu cuerpo se está recuperando?
Silvio miró hacia la puerta. Ni doctores ni enfermeras a la vista.
Seguro que los médicos ya habrían notado esto, ¿no?
Con un cambio tan evidente, ¡al menos al medirle la temperatura se habrían dado cuenta!
Clic...
Justo en ese momento, la puerta se abrió y una enfermera entró con una sonrisa.
—Enfermera, ella...
—¿Qué pasa, Silvio?
Ella lo miró con una expresión amable.
—Siento su mano y su cara... Calientes. ¿No estará con fiebre?
—Jajaja...
Al escucharlo, la enfermera soltó una risita.
—No, no tiene fiebre. Hemos estado controlando su temperatura constantemente, y todo está dentro de lo normal.
Te tengo una buena noticia...
Esta mañana, tu esposa despertó un rato.
Le dimos algo de comida... ¡Y comió bastante!
—¿Eh?
Al escucharla, Silvio giró bruscamente hacia Esther.
¡Esta mujer...
Estaba realmente mejorando!
¡Había despertado! ¡Y hasta había comido!
Eso significaba que, con toda seguridad, podía sobrevivir más de tres meses. ¡Incluso podría recuperarse por completo!
—¿Entonces está a punto de salir?
—Sí, al parecer sí. Si sigue despertando y comiendo bien como hoy, pronto podrá irse de la UCI.
—Wow...
Silvio no pudo evitar emocionarse.
¡Increíble!
¡El milagro se estaba dando!
—Cuando la trajeron, estaba en coma profundo, con todas sus funciones vitales muy afectadas.
Al principio solo le administrábamos sueros y nutrientes.
Según el doctor Arturo, ella simplemente había perdido las ganas de vivir.
Pero si logramos estimular su deseo de seguir adelante... ¡Puede recuperarse!
—Sí...
Ya antes el médico le había explicado algo similar. Y Silvio entendía.
Pero aun así...
¿Cómo era posible que una mujer tan madura y hermosa hubiera perdido el gusto por seguir viviendo?
Seguramente había sufrido un golpe muy duro.
Uno verdaderamente devastador.
—Sigan conversando. No los molesto más.
La enfermera se quedó un rato más, terminó la revisión y luego salió.
...
—Querida...
Silvio acarició la mano de Esther. De pronto, se sintió algo nervioso.
¡Wow!
¿Y si ella despertaba de repente?
Después de todos estos días llamándola "querida"... ¿No se enojaría al despertar?
¿Sabía siquiera que estaban casados?
Si de repente escuchaba a un hombre llamarla con tanta ternura, ¿no se extrañaría?
—Querida, si puedes oírme... ¿Me apretarías la mano?
Silvio se acercó, con la misma paciencia y dulzura de siempre.
Pero...
No hubo respuesta.
—Mi dulce tesoro...
—Mi Esti preciosa...
Empezó a hablarle con más ternura, usando palabras más íntimas.
Su mano se deslizó nuevamente hacia la mejilla de Esther.
Hmm...
¡Más cálida! ¡Y parecía que sus mejillas estaban tomando un leve rubor!
De repente, la mano de Esther se movió bruscamente. Pero fue solo un instante.
—Querida, la enfermera me dijo que despertaste esta mañana, y que comiste bastante. ¡Estoy tan feliz!
¿Seguimos esforzándonos juntos? Cuando te recuperes, ¡te prometo que te prepararé comida todos los días!
—Esti, ¿sabes? Entre todas las chicas que he conocido... Tú eres la más bella, de verdad. ¡No te estoy mintiendo!
Justo cuando decía esto, ¡Silvio sintió que Esther le apretaba la mano!