Capítulo 57
Viviana le sirvió agua caliente a Lucía y le preguntó con preocupación: —Lucía, ¿estás bien?
—No pasa nada, aún puedo aguantar. —Después de beber un poco de agua caliente, Lucía se sintió mejor—. ¿Cómo está afuera?
—Todo está bien. —Viviana suspiró con impotencia—. Deberías preocuparte primero por ti misma, estás tan pálida.
—Ve a ocuparte, yo voy a descansar un momento. No te preocupes. —Lucía temía que afuera necesitaran manos, así que dejó que Viviana saliera primero a cubrirla.
—De acuerdo, si necesitas algo, llámame.
Después de que Viviana se fue, Lucía justo iba a apoyarse en la pared para descansar un rato cuando su celular sonó.
Era Tomás.
Lucía contestó con una voz indescriptiblemente cansada: —Señor Tomás.
—¿Dónde estás?
A través del teléfono, Lucía incluso sintió su frialdad severa.
—En el baño.
—Ven enseguida.
Lucía quiso preguntar qué pasaba, pero Tomás colgó.
¡Parecía que decirle una palabra más era como desperdiciar su tiempo!
Lucía no tuvo más remedio que animarse y sal

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