Capítulo 429
María estaba pálida como una hoja y no pudo articular ni una sola palabra.
Estaba tan asustada que temblaba de pies a cabeza. —Yo... yo no dije nada, no me acuses sin razón.
¿Y ahora qué?, si Pedro se entera, todo habrá terminado para ella.
Alicia, al observar la culpabilidad en el rostro de María, probablemente dedujo lo ocurrido.
Ella miró a Pedro. —Recuerdo que una vez fuiste víctima de la venganza de una pandilla, casi pierdes la vida en un callejón.
—Alicia, finalmente lo recuerdas, ¿no sientes remordimientos?
—¿Por qué debería sentirlos? En aquel entonces, corrí a buscar ayuda para ti; justo entonces me encontré con María, pero los pandilleros también llegaron. Nos amenazaron para que reveláramos tu paradero.
Pedro, con el rostro tenso, replicó: —Alicia, ¿fuiste tú quien le dijo a la pandilla dónde estaba, verdad?
—La que reveló tu ubicación fue María, no yo. Si no fuera porque detuve a María a tiempo, diciendo que sabía dónde estabas y guiándolos intencionadamente en dirección o

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