Capítulo 978
Roberto posó su mirada sobre su rostro, visiblemente sorprendido por la pregunta.
Alicia, incómoda, giró la cabeza: —No malinterpretes, solo estaba preguntando por curiosidad.
Roberto esbozó una ligera sonrisa, instintivamente cubrió su brazo herido, y mirándola de perfil, murmuró: —No pasa nada.
Alicia escuchó esto y se calmó un poco.
Suspiró aliviada, pero no levantó la vista.
Yago, que llevaba al hombre de la camisa gris, también lo escuchó, y no pudo evitar hacer un sonido de desdén, sin saber si era hacia él o hacia alguien más.
Pronto llegaron al cibercafé.
Sin embargo, cuando el hombre se conectó, descubrió que la otra persona no había aparecido, y los mensajes no habían sido contestados.
Alicia echó un vistazo a la cuenta del juego; era una cuenta nueva.
Arrugó la cara: —Tengo un mal presentimiento, esa persona no volverá a conectarse.
Después de todo, con el ruido que hubo afuera del spa, hasta los tontos se habrían dado cuenta de que algo iba mal; la otra persona no sería tan

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