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Capítulo 5

Cuando Ángeles despertó, el rostro demacrado de Gonzalo fue lo primero que vio. Al notar que Ángeles había recobrado el conocimiento, Gonzalo, sorprendentemente, suavizó un poco su tono. —No te ayudé a tiempo porque Daniela es una paciente. Ángeles respondió con indiferencia: —Lo entiendo. Gonzalo suspiró apenas perceptiblemente, luego le advirtió: —La donación del riñón será en unos días. Debes cuidar tu salud. Al oír esto, Ángeles esbozó una sonrisa amarga. Ahora entendía por qué Gonzalo se había quedado a su lado: no era preocupación por ella, sino temor a que su lesión le impidiera donar su riñón a Daniela. Tras un largo silencio, Gonzalo volvió a hablar, su voz más grave: —Y pase lo que pase, no olvidaré mi promesa. Aunque me case, siempre te protegeré. Al escuchar esto, Ángeles levantó levemente la mirada. En su interior, respondió en silencio: "Qué lástima, ya no lo necesito." Durante el resto del día, Gonzalo no volvió a aparecer. Ángeles esperó sola a que terminaran de administrarle el suero y realizó sola los trámites para salir del hospital. Justo al terminar con los trámites, vio una camilla pasaba corriendo hacia la sala de emergencias. En ese instante, Ángeles divisó la figura ansiosa de Gonzalo junto a la camilla, y quien yacía sobre ella era Daniela. Al ver esto, la mente de Ángeles quedó en blanco. En su vida anterior, el que Ángeles rechazara donar su riñón había causado la muerte de Daniela. Ahora, estaba dispuesta a donar el riñón, y jamás se imaginó que Daniela terminaría igual en una camilla. No tuvo tiempo de reflexionar, corrió hacia la sala de emergencias apresuradamente. Al llegar a la puerta, Gonzalo, visiblemente abatido, agachaba la cabeza, los golpes de sus dedos sobre la banca reflejaban su ansiedad. Ángeles le preguntó la razón. Entonces supo que Daniela padecía un trastorno de coagulación. Mientras se bañaba, sufrió un mareo y se golpeó la cabeza contra la bañera, lo que le provocó una hemorragia en la cabeza. Pasó mucho tiempo antes de que el médico saliera de la sala de emergencias. —La paciente ha perdido mucha sangre, ¿hay algún familiar que pueda donar sangre? Gonzalo se puso de pie de inmediato: —¡Yo puedo! —La paciente es Rh negativo. ¿Cuál es su tipo de sangre? Al escuchar esto, el rostro de Gonzalo palideció de golpe, su voz temblaba, carente de fuerza: —Soy tipo B. La sangre Rh negativa era un tipo raro, y entre los presentes, solo Ángeles la tenía. Ángeles, casi sin dudarlo, se levantó y dijo: —Yo soy Rh negativo, yo donaré. Todo lo que había vivido en su vida anterior aún permanecía fresco en su memoria. Esta era su oportunidad de romper el ciclo, de cambiar su destino. No podía permitir que la historia se repitiera. Así, bajo la guía de las enfermeras, le extrajeron a Ángeles un total de mil mililitros de sangre. Después de la extracción, todo se oscureció ante los ojos de Ángeles, y se desmayó en la sala de donaciones. Cuando despertó, se encontró completamente sola. De inmediato se quitó la aguja, bajó de la cama y corrió descalza hacia la habitación de Daniela. Al llegar a la puerta, se encontró con una escena llena de ternura. Gonzalo, habiendo recuperado a Daniela, la abrazaba con fuerza, murmurando entre sollozos. —Está bien, todo está bien... Daniela, por su parte, logró esbozar una débil sonrisa. —Gonzalo, si muero, al menos te dejaré libre para estar con la señorita Ángeles. ¿Para qué te aferras tanto? Al oír esto, Gonzalo apretó con solemnidad la mano de Daniela contra su pecho. —¡Daniela, no digas eso! —¿Me escuchas? Mi corazón solo late por ti, no vuelvas a mencionar a personas ajenas para lastimar lo nuestro. —En esta vida y en todas las que vengan, yo solo te amaré a ti. Al oír esto, el corazón de Ángeles dio un vuelco tan fuerte que casi sintió un dolor físico. Apoyada contra la pared, una sombra de tristeza cruzó sus ojos. Murmuró para sí misma. —Esta vez, la tragedia no se repetirá.

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