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Capítulo 3

Afuera del quirófano, el tiempo pasaba especialmente lento. Alicia caminaba de un lado a otro con impaciencia, mirando de vez en cuando la puerta cerrada del quirófano. Finalmente, la puerta se abrió. Bianca fue empujada por la enfermera; ya estaba dormida, pero en su cara aún quedaban lágrimas secas, y en sus labios pálidos se podían ver pequeñas marcas de dientes. —¡Bibi!— Alicia corrió hacia ella de inmediato. El médico se quitó la mascarilla, algo serio. —La operación fue muy bien, pero la paciente está demasiado débil. Recuerda, en su estado, necesita descansar; de lo contrario... podría ser muy difícil que quede embarazada en el futuro. El corazón de Alicia se hundió de golpe. Miró a Bianca dormida y las lágrimas brotaron otra vez. ¡La buena Bibi, encontrándose con un hombre tan malo como David! Cuando Bianca despertó, ya era la tarde. La madre de Alicia llegó, trayendo un tazón de sopa caliente. —¿Bibi, ya despertaste? ¡Vamos, come un poco de esta sopa caliente, te hará bien!— Victoria miraba con ternura su cara pálida. —¡Gracias, señora Victoria! —Bianca sonrió débilmente, intentando incorporarse. —No te muevas, recuéstate. Yo te daré de comer. —Victoria la sostuvo de inmediato, tomó una cucharada de sopa, la sopló con cuidado y se la llevó a la boca. Sentía dolor por Bianca; ¡el hijo que había esperado tanto se perdió! Cuando Bianca no tenía hogar, Alicia, su compañera de clase, la llevó a casa, y la familia Vázquez la financió para que terminara sus estudios. Victoria la trataba como a una hija. Bianca comió la sopa lentamente; su estómago se sintió un poco cálido, pero sus ojos se enrojecieron. Alicia estaba al lado hablando por teléfono, bajando la voz, pero con un tono extremadamente agitado. —¡Ernesto! Te digo, si vuelves a encontrarte con David, ¡nos separamos! Entonces nuestro matrimonio arreglado se cancelará, ¡y no nos volveremos a ver en toda la vida! Colgó, con el pecho agitado por la ira. Bianca la miró. —Alicia, no digas estas cosas por mi culpa... —¡No tiene nada que ver contigo! —Alicia la interrumpió—. ¡No soporto que Ernesto no distinga la situación! David ya te ha hecho tanto daño, y él aún es amigo de él. ¿Es eso apropiado? ¿De qué lado está realmente? La familia Vázquez y la familia Álvarez eran familias unidas por un matrimonio arreglado; se comprometieron a los dieciocho años. Pero la personalidad de Alicia nunca cambió, lo que causaba gran frustración a Ernesto. En aquel momento, en el salón privado más exclusivo del Club Esmeralda. La música fluía, y el aire estaba impregnado de perfumes caros y aroma a licor. Ernesto sostenía su teléfono con expresión confusa. Miró a David con inocencia. —¿Por qué se volvió loca de repente? ¿Dijo que si vuelvo a verte, se separará de mí? David levantó la copa, girando suavemente el líquido ámbar con sus dedos; ante esas palabras, solo arqueó una ceja, sin expresión alguna. Gustavo Jiménez, a su lado, sonrió. —Vaya, Ernesto, ¿pelearon? Parece que tu novia tiene un malentendido sobre David; ahora te da la oportunidad de elegir entre los dos. Ernesto se pasó la mano por el cabello, irritado. —¡No sé por qué se volvió loca! No le prestes atención, vamos a beber. En ese momento, la puerta del salón se abrió. Una mujer de vestido rojo con tirantes, sexy y de figura elegante, entró: era Sandra. Ella era la hija de la familia Pérez y una actriz de primera línea. El día anterior asistió a la ostentosa fiesta de cumpleaños que David organizó para ella, y ya había ganado veinte millones de fans; era el centro de todas las miradas, como una estrella en el cielo. Si se casaba con la familia Gómez, se convertiría en la mujer más distinguida de Venturis. ¡Esposa de un magnate! Solo pensarlo la hacía feliz. Se acercó directamente a David, ignorando las miradas de admiración o envidia, y se sentó a su lado. Su brazo rodeó naturalmente el brazo de él y se apoyó en su hombro. —David, ¿puedo ser tu acompañante en la fiesta de aniversario de la Corporación Altamira este fin de semana? Ya no quería esconderse detrás de él. Había esperado tres años; ¡era suficiente! La mirada de David se suavizó. —Mañana haré que reserven tu vestido. Sandra rio emocionada. —Lo sabía, eres el mejor conmigo. Gustavo levantó su copa. —Felicidades, Sandra, pronto te casarás con él. Ernesto también se unió. —Parece que la cita de tres años está por cumplirse. Sandra, tu sufrimiento está por terminar. No era difícil ver que los dos amigos de David apreciaban a Sandra; nunca habían visto a David salir con Bianca. Además, su matrimonio era secreto, casi nadie lo sabía. Un matrimonio secreto era como si no existiera. Sandra tomó la copa con naturalidad y brindó con ellos. —Gracias, Ernesto y Gustavo. Entre las cuatro grandes familias de Venturis, tres estaban de su lado; cuando terminara el matrimonio entre David y Bianca, podría unirse legítimamente con la familia Gómez. —¡Ding! —Gustavo vio un mensaje en su teléfono y casi saltó del sofá, emocionado. —¡Dios! ¡Lilia la genio va a regresar! Sostuvo el teléfono; en la pantalla, el título era llamativo. [Fundadora de MediLúmina, Lilia la genio, confirmada para asistir a la Cumbre Médica Global del próximo mes]. La voz de Gustavo estaba llena de incredulidad y alegría, con los ojos algo enrojecidos. —¡Mi abuela tiene esperanza! ¡Qué maravilloso! Doña Sofía tenía cáncer de pulmón y no le quedaba mucho tiempo. Esta noticia era sin duda excelente. Los presentes empezaron a hablar con emoción. —¿Lilia la genio? ¿La que hace tres años inventó un método para tratar el cáncer y luego desapareció? —¡Dios! ¿Por fin se deja ver? Pensé que había desaparecido. —¡MediLúmina! ¡Eso es lo mejor en medicina! ¡Hace tres años, su fórmula salvó a tantos pacientes terminales! —¡Sí! ¡Era ella! Apareció de la nada, dejó la fórmula y se esfumó. Nadie la encontró. Su regreso será un gran acontecimiento; la cumbre médica global del próximo mes será un éxito rotundo. David, sentado no muy lejos, mostró un destello de luz intensa en sus profundos ojos. Aunque la Corporación Altamira ya lideraba la industria médica nacional, él, con solo veintidós años, obtuvo dos doctorados en tecnología médica y gestión empresarial y regresó al país. Luego fundó un sistema médico inteligente líder en todo el país y, en solo cuatro años, se convirtió en el hombre más rico de Venturis. Corporación Altamira, bajo su liderazgo, operaba en más de ochenta países; era un verdadero genio. Pero... ¡Lilia la genio! Ese nombre no solo representaba una leyenda médica, sino también un poder de liderazgo. Para él, ella era como una isla misteriosa, irradiando un poder que lo atraía. Si Lilia colaboraba con la Corporación Altamira, la posición de la empresa en la medicina global alcanzaría su cúspide. David apretó ligeramente los dedos alrededor de la copa, con una sonrisa de determinación. Ernesto agregó: —Escuché que MediLúmina lanzará una nueva Aromaterapia floral, combinando moléculas aromáticas de flores específicas con edición genética para atacar células cancerígenas. ¡Lilia es la científica más grande de la humanidad! Todos hablaban excitados sobre el regreso de Lilia y los cambios revolucionarios que traería, el ambiente estaba al máximo. En ese momento, la puerta del salón se abrió suavemente. Una joven camarera entró con una bandeja, lista para servir más bebidas. Al ver a los miembros de las tres familias, se asustó y perdió el equilibrio, cayendo hacia adelante. ¡Los vasos cayeron al suelo! —¡Pum! ¡Crash! El sonido del vidrio rompiéndose perforó el bullicio. Sandra, la más cercana, no tuvo tiempo de reaccionar. —¡Ah! Gritó, y David reaccionó rápidamente; casi al instante, la sostuvo en sus brazos. Protegió su cara de los vidrios que volaban, pero algunos fragmentos cortaron dos líneas en el dorso de su mano. Hizo mala cara al ver la herida y la sangre fluyendo. —¡Maldita sea! La mirada de David se dirigió a la camarera paralizada. —¿Qué haces ahí? ¡Fuera de inmediato! La camarera salió corriendo, asustada. —David... me duele mucho la mano... Sandra se apoyó en él, con voz entrecortada y lágrimas en los ojos. —No temas, te llevaré al hospital para atender la herida. David suavizó su voz, evitando tocar la mano herida de Sandra, la cargó en brazos y salió del salón. En el hospital. El olor a desinfectante llenaba el aire, y el pasillo estaba tan silencioso que solo se oían sus pasos. David acomodó a Sandra para que el médico atendiera la herida y la vendara cuidadosamente. Viendo su palidez y delicadeza, David la consoló con paciencia, asegurándose de que descansara bien en la habitación. Salió de la habitación para ocuparse de algunos asuntos y llamar a su familia. Al doblar la esquina, su mirada se cruzó accidentalmente con una puerta entreabierta. Una silueta familiar apareció. David se detuvo de golpe. Su mirada se fijó en aquella cama, con sábanas blancas y una cara aún más pálida. La mujer yacía quieta, con los ojos cerrados, sus largas pestañas proyectaban una sombra ligera. Tenía el brazo canalizado con suero, el líquido transparente entrando lentamente en su cuerpo. ¡Bianca! ¿Cómo podía estar aquí? ¿En la cama del hospital? Una mezcla de emociones complejas se apoderó del corazón de David, como si una mano invisible lo apretara con fuerza. Él abrió la puerta y entró directamente.

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