Capítulo 89

El choque de los puños era la única forma de comunicación entre ellos en ese momento. ¡Pablo estaba desesperado y sin ideas! —¡Ay, por favor, jefes, dejen de pelear! Ambos eran grandes magnates con miles de millones en activos, capaces de mover el mercado con solo mover un dedo. Y ahora, sin embargo, estaban peleando por la misma mujer. ¿Qué clase de comportamiento era ese? De repente, Pablo tuvo una idea. —¡Dejen de pelear, señora Bianca acaba de llamar, jefe David, señora Bianca ha llamado! Cuando los dos hombres escucharon esa exclamación, efectivamente, dejaron de pelear. Pablo sostenía el teléfono celular, agitando la mano hacia David. La ira de David disminuyó de inmediato. Tomó el teléfono y, al otro lado de la línea, no se oyó nada. Su mirada brilló por un momento antes de hablar. —Está bien, quédate quietecita, no corras, que te lastimaste el pie. Espera a que regrese. Sí... también te extraño. Pablo se quedó callado. Javier estaba completamente desconcertado. ¡Doble choque de