Capítulo 26
Jacqueline y Patricia no pudieron evitar sentir náuseas.
Mauricio, conmovido, giró su silla de ruedas hasta quedar junto a Jacqueline y le dijo con tono preocupado: —Jacqueline, no tengas miedo. Yo nunca te haría algo así. Te amo demasiado.
Jacqueline respondió con voz apagada: —Pero antes también amabas a Rosaura.
Mauricio se tensó. Tomó el mentón de Jacqueline, obligándola a mirarlo a los ojos.
—Jacqueline, mientras no me traiciones, jamás en mi vida te apuntaré con un arma.
—El helicóptero llegará en diez minutos. En solo diez minutos serás completamente mía.
—Solo si...
Aún no terminaba su frase cuando, de repente, se escuchó una explosión afuera. Una densa nube de polvo entró por la puerta.
—¡¿Qué está pasando?!
Uno de los guardaespaldas gritó: —¡Señor Mauricio, de repente llegaron muchos hombres! ¡Explotaron la entrada principal!
En ese instante, los ojos confundidos de Jacqueline por fin recuperaron un brillo de esperanza.
Solo Leopoldo se atrevería a provocar un alboroto así.
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