Capítulo 13
Rubén llamó enseguida a una de las sirvientas; su voz temblaba ligeramente. —¿Dónde está Ángela?
—Salió hace unas horas, señor. No ha regresado —respondió la empleada.
El corazón de Rubén latía cada vez más rápido. —¿Y sus cosas? ¿Se las llevó todas?
—No, señor —dijo la mujer, negando con la cabeza. Luego señaló hacia el jardín—. Esta tarde la señora Ángela las quemó todas. Usted también estaba en casa en ese momento...
Rubén quedó completamente rígido, y sintió cómo el corazón se le hundía en el pecho.
La imagen de la tarde anterior cruzó por su mente: al regresar del hospital, Ángela estaba quemando algo.
Incluso le había preguntado qué hacía, y ella, con una frialdad extraña, le respondió que solo era basura.
Pero cada uno de esos objetos, Ángela los había atesorado durante años. ¿Cómo podía llamarlos "basura"? ¿Y por qué los había destruido con sus propias manos?
Rubén sentía el corazón golpearle el pecho como un tambor. No entendía nada... O tal vez no quería entenderlo.
Sacó su c

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