Capítulo 48
El chofer ya había dicho todo lo que tenía que decir, así que Josefina no tuvo más opción que armarse de valor, bajarse del auto y seguir a Salvador al interior del ascensor.
Cuando llegaron al piso donde él vivía, el hombre que estaba frente a ella comenzó a desabotonarse la camisa mientras caminaba hacia el interior del apartamento.
Al entrar, se quitó la camisa y la dejó sobre un sofá a un lado.
La musculatura de su espalda mostraba líneas marcadas y todo su cuerpo emanaba una explosión de feromonas.
Ella, con la cara enrojecida, quedó un poco embelesada.
El hombre que iba delante se detuvo y Josefina estuvo a punto de chocar con él.
Se detuvo justo a tiempo.
Salvador se giró, la encaró, se inclinó y habló con una voz grave y seductora.
—Límpiese la baba.
Ella, por puro instinto, se llevó la mano a sus labios, pero no encontró nada que limpiar.
Se quedó sin palabras.
Al darse cuenta de que el hombre estaba jugando con ella, se sonrojó.
Salvador rio y se metió al baño.
El chofer subi

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