Capítulo 10
Julio bajó la mirada, sumido en sus pensamientos.
Lo que decía Paula tenía sentido; quizá, como ella sugería, Silvia estaba esperando verlo impaciente.
Frunció el ceño, lleno de fastidio e impaciencia.
—¿Hasta cuándo va a seguir con ese berrinche? ¿Muy divertido le parece esto? Ni siquiera es la mitad de obediente y dócil que tú. Si la ignoro, quiero ver cuánto tiempo más puede resistir.
Conteniendo la inquietud y la ira que le bullían en el pecho, Julio volvió a estrechar a Paula entre sus brazos.
Ella vestía una lencería provocadora y seductora, pero su expresión reflejaba inocencia y timidez, resultando sumamente cautivadora.
Se aferró a los hombros de Julio; sus labios rojos rozaron la comisura de los de él y, justo cuando iba a ir más allá, Julio, distraído, apenas le devolvió el beso y la apartó a un lado.
Se puso la ropa y, tras arreglarse frente al espejo, soltó en tono frío: —Hay un asunto urgente en la empresa. Tengo que irme. Descansa.
Sin mirarla siquiera, salió por la puer

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