Capítulo 52
Alberto siempre había sido severo con todos. Si no fuera porque Salvador desapareció durante tantos años y sufrió innumerables penurias afuera, en estos últimos años no le habría permitido actuar tan a su antojo.
Salvador se quedó parado esperando un taxi, cuando escuchó unos pasos detrás de él: —Salvador, voy contigo. Tal vez el señor Alberto, por consideración a mí, no sea tan duro contigo.
Daniela no gozaba de buena salud, y su aspecto era frágil, como si pudiera desmoronarse en cualquier momento.
Suspiró suavemente, se acercó con lentitud y se aferró a su brazo: —Déjame acompañarte. Que esto no se salga de control. El señor Alberto me quiere, seguramente escuchará al menos un par de palabras mías.
Salvador miró hacia la oscuridad a lo lejos y respondió con un murmullo.
En la casa de los Herrera ya todo estaba preparado con extrema seriedad. Cuando Alberto se enteró de la noticia, mandó a preparar los implementos necesarios para aplicar el castigo familiar a Salvador.
La señora Norm

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