Capítulo 58

Solo pudo enviarle la dirección. Salvador tiró de Lorena y se la llevó al auto al salir del edificio. Al cerrar la puerta, la atrajo hacia su pecho. Lorena ya no tenía energía para discutir con él. Durante este tiempo, se habían enredado incontables veces, y ella no podía igualar la desvergüenza ni la cara dura de Salvador. Además, él siempre lograba actuar como si nada hubiera pasado. Ella no podía hacer eso. Cerró los ojos, sintiendo su mirada fija en su mejilla. Desde el asiento delantero, Raúl, muy sensato, activó la mampara y condujo hacia el destino. Lo sorprendente fue que Salvador no dijo nada. Se sentó a su lado, mirando por la ventana, con el rostro algo pálido. Cuando llegaron al destino, sonó su celular. Lorena echó un vistazo a la pantalla: era Daniela. No sabían qué se dijeron, pero la actitud de Salvador se suavizó visiblemente. Tras colgar, su tono fue muy frío: —Acuérdate de volver a casa para cenar esta noche. Lorena abrió la puerta y bajó del auto. Lo vio pedirle a R