Capítulo 50
—¿Qué viejos amores puede tener alguien que ha renacido?
Inquirió Federico, alzando ligeramente la barbilla con un toque de desafío.
Eduardo se quedó pensativo un momento y dijo: —Acepto tu solicitud. —Como un favor por el cuidado que Gabriela le había dado a Isabel.
—Entonces no te molesto más.
Habiendo logrado su objetivo, Federico se retiró.
Tras su partida, Eduardo realizó una llamada internacional: —Si tomaste una decisión al principio, entonces no te arrepientas. Federico ya no tiene ningún propósito en esta vida.
Condenado a ser un hombre satisfecho pero insignificante, con sus piernas discapacitadas, nunca alcanzará un alto nivel de poder.
—En cuanto a ese Sergio, seguramente fue una trampa orquestada por Rafael. Federico, desesperado, se quedó sin opciones.
Eduardo colgó el teléfono, pero Gabriela seguía rondando en su mente, provocándole inquietud.
Gabriela no sabía que alguien estaba pensando en ella.
Estaba atendiendo a una paciente especial.
—Nombre.
Preguntó con seri

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