Capítulo 238
Luis frunció el ceño con desagrado, a punto de decir algo. A su lado, Jara, de repente, se puso de pie y se acercó a él.
—Presidente del consejo, Luis —dijo Jara echando un vistazo a los demás en la sala de conferencias y bajando la voz—. La señora Ana ha llegado; el personal de recepción dijo que no pudieron detenerla, ya está en el ascensor.
Luis no esperaba que Ana realmente lo hiciera, que se atreviera a venir directamente a la empresa para buscarlo. Su expresión se tornó indescriptiblemente fea en un instante.
Todos los presentes percibieron inmediatamente que algo estaba mal y bajaron la cabeza, pretendiendo estar ocupados con sus propias cosas, sin atreverse a mirar en esa dirección.
Luis, conteniendo su ira y considerando la presencia de otras personas, no estalló en ese momento.
Miró fríamente a Jara y ordenó en voz baja: —Ocúpate de esto. ¿Sabes qué hacer, verdad?
—Entendido, presidente del consejo Luis —respondió Jara asintiendo con la cabeza, aunque a regañadientes.
—Ve.
Ja

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