Capítulo 58
Narradora: Suzie
La hierba se mecía mientras me agachaba cuidadosamente hacia los arbustos, los cuales estaban hasta arriba de bayas. Una vez dejé sobre la verdura el pardo canasto que antes llevaba ceñido a la cintura, me puso a recolectar los frutos más maduros de las ramitas.
“Hala, Suzie... ¡Ven, mira esto!"
Desvié mi atención hacia la voz, cuya dueña sostenía en alto un par de bayas pegadas la una a la otra. Refulgía entusiasmo con la mirada, más feliz imposible.
Con su par de ojos azules, cabello castaño y mechones dorados, Sylvia seguía siendo tan mona como cuando nos conocimos. El hombre con el que me encontré en el bosque tuvo la amabilidad de acogerme en su manada, por medio de un trayecto que duró unos cuantos arduos días, todo hay que decirlo.
La manada era humilde, pero el entorno y el ambiente en general desprendía puro encanto y calidez. La gente me recibió con los brazos abiertos y aceptó sin problema ni prejuicio alguno, como fue el caso de Sylvia, por ejemplo.
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