Capítulo 122
Al ver que Ana no decía nada, Javier pareció contener la ira que lo consumía.
La tomó del brazo y la arrastró hacia el interior mientras decía con una voz fría y cortante: —Quieres conseguir un trabajo aquí, ¿verdad? Entonces te mostraré cómo trabajan aquí.
Ana tropezó al ser jalada, tambaleándose mientras intentaba seguirle el paso a Javier.
Las luces de colores, el ambiente deslumbrante y la música ensordecedora la dejaron desconcertada.
Era como una flor blanca caída en medio de un mar de colores, completamente fuera de lugar.
Ana vio a una camarera con una bandeja de frutas siendo manoseada por un hombre, pero ella no se atrevía a resistirse.
Vio a hombres y mujeres bailando, sus cuerpos pegados, moviéndose con desenfreno.
Incluso vio a chicas en el escenario, vestidas de manera provocativa, contoneándose al ritmo de la música.
Ana se puso pálida.
Nunca había estado en un bar. Era una muchacha sencilla, venida de las montañas, y jamás había imaginado que bajo la aparente prosperida

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