Capítulo 81
Ana no se permitió seguir sumida en la tristeza y el dolor; se recuperó rápidamente.
Su objetivo principal ahora era ganar dinero.
Originalmente había pedido unos días libres para cuidar a Javier, pero al parecer él tampoco necesitaba tantos cuidados, así que hoy planeaba ir al mercado a cortar pescado.
Además, al ser lunes, también podría por la tarde dar clases particulares.
Ana se cambió a su ropa vieja y bajó las escaleras, planeando que, después del trabajo, llevaría su ropa a Residencial La Colina, para no depender de que abuelo Pablo le comprara más cosas nuevas.
Pensaba que todavía era temprano, que apenas había amanecido y que nadie se habría levantado.
Pero al llegar al piso de abajo, vio en el sofá del vestíbulo a las dos hijas menores de Fabiola, cada una con un teléfono en la mano, jugando y hablando al mismo tiempo.
—¡Apúrense! Cuando termine esta partida tenemos que guardar todo rápido; si los adultos nos ven jugando toda la noche, estamos muertas.
—No es culpa nuestra,

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