Capítulo 84
Javier se sintió satisfecho y entonces pensó que la naturaleza humana es malvada; ¿cómo era posible que alguien hubiera crecido de manera tan trágica sin albergar odio en su corazón?
Un niño de cinco años viviendo solo, ¿cuánto dolor y desesperación tendría que soportar? Nadie lo entendía mejor que él.
Parecía que la Ana frente a él simplemente era más experta en fingir.
Fingía bondad y magnanimidad, fingía ser vivaz y alegre.
Mientras Javier meditaba sobre esto, en el siguiente instante escuchó a Ana decir:
—No odio a mi supuesto padre; me abandonó al nacer, así que no tenemos ningún vínculo. Tampoco odio el desprecio o la falta de ayuda de los demás, pues nunca tuvieron la obligación de apoyarme. Pero lo de la Profesora Belén… sí, eso sí lo odio. No culpo a otros, solo me culpo a mí misma por no haber sido lo suficientemente fuerte en aquel entonces, por no haber podido salvar a la Profesora Belén. Pero no importa, lo que la Profesora Belén no pudo terminar, yo lo haré en el futuro.

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