Capítulo 15
Alejandro la interrumpió, con la voz ligeramente temblorosa: —A partir de hoy, no hace falta que sigamos en contacto.
—¡Alejandro!
Carmen prácticamente se lanzó hacia él casi a rastras, con los dedos aferrándose con desesperación a la manga de su traje.
Las lágrimas brotaron sin aviso, ardientes, golpeando el borde de su chaqueta. —¡No te vayas! ¡Me equivoqué, de verdad sé que me equivoqué!
Los pasos de Alejandro se detuvieron, pero él no volvió la cabeza.
De pronto, recordó a la Carmen que ella había sido hace mucho tiempo.
Aquella cuyos ojos parecían llenos de luz.
La persona que había estado dispuesta a salir en su defensa cuando él se encontraba en su momento más desalentador y también la presencia que él siempre había considerado limpia y pura.
Pero ahora descubría que se había equivocado.
Y se había equivocado de manera terrible.
—Yo solo... solo tenía mucho miedo.
La voz de Carmen se quebraba; sus dedos, por la fuerza con la que lo sujetaban, se habían puesto pálidos. —Tenía mie

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