Capítulo 30 La boda
Era casi mediodía, Noelia estaba sola en el hospital.
Estaba esperando a Antonio.
Antes de eso, Maite los había obligado a ir a registrar su matrimonio, y solo cuando tuvieron el certificado en mano, pudo cerrar sus ojos definitivamente.
Era su último deseo antes de morir.
De lo contrario, moriría con ese arrepentimiento.
Pero Antonio permaneció en silencio.
Con indiferencia, se arrodilló al lado de la cama, y aunque Maite dejó sus uñas marcadas en su mano, hasta hacerla sangrar, él no mostraba ninguna emoción. Los verdaderos sentimientos detrás de sus ojos eran un misterio.
La enfermera, impaciente, no pudo evitar murmurar en voz bajita, —Ay, ¡podrían fingir estar de acuerdo o algo así!
Incluso una mentira que tranquilizara a la paciente y le permitiera cerrar los ojos en paz sería mejor que hacerla aguantar esto.
Al ver el silencio de todos, Noelia sintió su cara arder; no pudo resistir y sus uñas se hundieron profundamente en la palma de su mano, causándole un dolo

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