Capítulo 34
¡Por fin puedo ver a alguien confiable en persona!
Al ver que estaba de guardia una mujer, Clara rápidamente le contó la verdad y, usando su teléfono, llamó a su buena amiga.
Su amiga se llamaba Regina Vargas; durante estos meses había estado cuidando a su madre enferma en Altoviento y recién había regresado al país hacía unos días. Aún no habían tenido oportunidad de salir a comer juntas cuando sucedió todo.
En menos de una hora, Regina llegó en auto a la gasolinera.
—¡Tú! —Regina solo había oído por teléfono que Clara había caído al río conduciendo, sin conocer los detalles. Al verla completamente empapada y desaliñada, se sintió a la vez preocupada y divertida.
—¡No digas nada, súbete al carro primero! — Clara, aturdida y confundida, parecía un zombi; abrió la puerta del copiloto y se metió dentro.
Sentada en ese espacio seguro y cómodo, por fin empezó a sentirse de nuevo en la realidad. Sin poder contenerse, tomó la botella de agua mineral que Regina había dejado a medio beber y la

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