Capítulo 58
Al ver que él acababa de ducharse y también se estaba vistiendo, ella aprovechó el momento, sustituyendo su habitual hostilidad por una fingida ternura, y lo abrazó por detrás.
Mientras sus manos se adelantaban para ir abrochándole uno a uno los botones de la camisa, murmuró junto a su oído, con un aliento suave y fragante.
—Señor Javier, mientras cumpla su promesa de darme todo lo que quiero, le garantizo que lo cuidaré con total dedicación. Nunca más me opondré a usted; lo que diga será lo que se haga, y yo obedeceré dócilmente sus palabras...
Al pronunciar esas palabras vacías, hasta ella misma sintió náuseas.
Pero no importaba si era con dureza o con dulzura; mientras ese hombre cayera en su juego y le permitiera alcanzar sus objetivos, fingir un poco no era tan grave.
Javier pareció ver con claridad la artimaña oculta en su interior. Solo le lanzó una mirada de soslayo, permitiéndole continuar abrochándole la ropa.
Al final, ella se colocó frente a él, rodeó su cuello con los braz

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