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Capítulo 10

Con un fuerte estruendo, el celular de Vanessa fue arrojado con violencia al suelo por Facundo. Sus ojos se fijaron en ella. En su mirada solo había una intención asesina. —¡Vanessa! Facundo se levantó y se acercó, apretando enfurecido el cuello de Vanessa. —Fuiste tú quien dijo que estabas dispuesta a ser mi amante, tú prometiste no dejar que Alma lo supiera además, juraste no destruir mi familia. El cuello de Vanessa dolía terriblemente bajo esa presión. Sin embargo, sus lágrimas estaban llenas de una sonrisa. —Facundo, quiero que solo me pertenezcas a mí, ¿por qué iba a conformarme con ser tu amante? Quiero ser tu esposa. Facundo temblaba de furia. En ese momento, llamó a Pascual. —Ve a buscar todos los registros de chats y grabaciones de las redes sociales entre Vanessa y Alma. Vanessa se puso nerviosa enseguida. —Facundo, yo no hice nada, de verdad, no hice nada. Pero en todos los registros de vídeo que Facundo encontró. En aquella ocasión en casa, Vanessa le dio una cachetada a Moisés, y solo entonces Alma respondió con dos cachetadas a Vanessa. Cuando Vanessa y Alma estaban solas. Ella de forma deliberada dejaba al descubierto su clavícula, o mostraba las huellas ardientes en su cuerpo, para que Alma pudiera ver con sus propios ojos la traición que él cometía con ella. Vanessa en verdad no sufría insuficiencia renal. Lo que ella quería era el riñón de Alma. Y él, para trasplantarle el riñón a Vanessa, había provocado de manera intencional el accidente de auto de Alma, justamente para que ella no se diera cuenta de la pérdida de su riñón. Las lágrimas corrieron desbordadas por la cara de Facundo. —Hagan que el doctor Óscar le saque a Vanessa el riñón que pertenece a Alma, y también... sáquenle al niño que lleva en el vientre. Pascual sujetó enseguida el cuerpo de Vanessa. Ella comenzó a forcejear desesperada. —Facundo, no puedes hacerme esto, llevo a tu hijo en mi vientre, ¿cómo puedes decir que no lo quieres? Le prometiste a mi tío que cuidarías de mí, no puedes hacerme daño. La mirada de Facundo era de una frialdad absoluta. —¿No puedo? Has dañado tanto a mi esposa y a mi hijo; tus padres no te enseñaron la rectitud, entonces yo me encargaré de educarte por ellos. Vanessa fue arrastrada como un perro, y a lo lejos se escuchaban sus gritos desgarradores. —¡Facundo, eres un bastardo! ¡Traicionaste a Alma, por qué me castigas a mí? Siempre te han atraído mujeres como yo, fue mi aparición la que despertó tu deseo, fuiste tú quien cambió primero. La voz de Facundo era absolutamente tenebrosa: —No, siempre amé solo a Almita, en ti solo buscaba la sombra de Almita, Vanessa, jamás te amé. —No, no lo creo, Facundo, tú has sido muy bueno conmigo, me diste todo tu amor, nunca fuiste tan apasionado con Alma como lo fuiste conmigo. Facundo respondió con rabia: —Eso fue porque yo esperaba que Almita viniera a pedirme algo, siempre te complací con lo material porque quería que Almita me mirara al menos una vez más, pero todas esas cosas solo te gustaban a ti. En un santiamén, Facundo pisoteó cruelmente el orgullo de Vanessa. Ella fue arrastrada fuera. En la sala de operaciones. Le extrajeron un riñón sano de su cuerpo, y Facundo, al mirar ese riñón, tenía los ojos llenos de lágrimas. Al poco rato, el doctor Óscar también salió corriendo. —Señor Facundo, en el vientre de la señorita Vanessa no hay ningún niño. Facundo recordó el profundo daño que Vanessa le había hecho a Moisés. Con voz autoritaria dijo: —Entonces, que le extirpen el útero, ella no merece ser madre. Desde la sala de operaciones se oían los gritos desgarradores de Vanessa. —¡Facundo, ojalá te mueras! Pero Facundo simplemente encendió un cigarrillo despreocupado y miró la foto de fondo en su celular con esos ojos profundos y oscuros. Antes, la foto de fondo de su celular siempre había sido Alma. Pero desde que estuvo con Vanessa, ella tomó su celular y la cambió por una versión caricaturizada; al principio él no estaba de acuerdo con esto, pero luego, al pensarlo, se dio cuenta de que el fondo de pantalla del celular de Alma siempre era Moisés, y eso también lo enfurecía en el alma. Sin embargo, cuando vio que su fondo había cambiado, Alma solo le echó un vistazo. —Ajá, está bonito —solo hizo ese comentario. Fue como si hubiera dado un puñetazo al vacío. Sintió que todo su cuerpo estaba sin fuerzas. Tiempo después la puerta de la sala de operaciones se abrió de nuevo. El médico salió con una masa sangrienta y amorfa. Era el útero de Vanessa. Facundo solo le echó una breve mirada y luego salió a paso largo del hospital. Regresó a la casa de los Castañeda y se arrodilló tembloroso en el suelo. Benjamín observó el doloroso aspecto de Facundo. La voz de Benjamín fue muy baja. —Facundo, tú y Alma nunca han sido compatibles el uno para el otro. La voz de Facundo estaba quebrada. —Abuelo, ¿acaso usted ya sabía lo que pensaba Alma? Benjamín suspiró con tristeza. Después, Benjamín sacó un documento. Era un documento que Benjamín le había hecho firmar a Alma antes de que su empresa saliera a la bolsa. En él se estipulaba con claridad que Benjamín ayudaría a que la empresa de Facundo saliera a la bolsa, pero Alma renunciaba a todos los bienes del Grupo Horizonte Azul. Facundo miró ese contrato, con los ojos llenos de lágrimas. La voz de Facundo temblaba con dolor. —Abuelo, ¿por qué existe este documento? Grupo Horizonte Azul fue fundado por Alma y por mí, no necesitábamos tu ayuda en lo absoluto. Benjamín respondió con firmeza: —En ese momento, la familia Serrano del extranjero estaba atacando tu empresa. Querían adquirir el medicamento especial de tu compañía. Ese viaje originalmente era para ti, pero Alma, preocupada de que negociar con la familia Serrano fuera peligroso, decidió mejor ella ir en tu lugar. Como era de esperarse, después de que fue, la obligaron a firmar un contrato desigual. Alma se negó en lo absoluto y casi muere allí. Yo siempre me mantuve en guardia contra la familia Serrano, y mandé guardaespaldas para que la acompañaran todo el tiempo. Luego fui yo mismo quien negoció con la gente de la familia Serrano. Alma regresó sin problema con el contrato, y solo entonces tu empresa pudo salir a la bolsa. A Facundo le dolía la cabeza, en su mente solo aparecía aquella vez cuando Alma regresó y tenía varias marcas en el cuello. Pero él no se había dado cuenta de nada extraño en Alma, porque ella dijo que eran marcas de la bufanda. Las manos de Facundo temblaban sin control. —Abuelo, yo no lo sabía, ella renunció a todos los activos, Grupo Horizonte Azul vale miles de millones de dólares, y ella no quiso nada. Benjamín dijo: —Facundo, ¿sabes algo sobre los padres de Alma? —¿No ella es huérfana? Benjamín suspiró. —Solo descubriste lo superficial de la historia.

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