Capítulo 75

Silvia empezaba a perder la paciencia. ¿Quién le estaba enviando mensajes anónimos? Era alguien de la empresa de Armando. No era, en absoluto, un peón que Patricia hubiera colocado allí. "¡Toc, toc!" —Jefa Silvia, la Sra. Esperanza dijo que, si no dejas de trabajar horas extra y vuelves a casa, ella misma vendrá a buscarte a la empresa. Era la voz de Baltasar tras la puerta. La emoción que asomaba en los ojos de Silvia se desvaneció. Miró la hora: ya casi eran las ocho en punto. —De acuerdo, gracias, secretario Baltasar. Silvia no siguió indagando sobre quién le había enviado el mensaje ni con qué propósito. Recogió las carpetas que tenía delante, apagó la luz y salió. La amplia oficina quedó en penumbra de inmediato. En el restaurante, en otra parte de la ciudad. Armando miraba el teléfono de vez en cuando. Esperó a que Gustavo terminara de cenar, pero el mensaje de Silvia nunca llegó. ¿Le era completamente indiferente? —Jefe Armando, gracias por la cena de esta noche, yo... Al salir