Capítulo 40
Hugo se limpió con el dorso de la mano.
Un líquido rojo escarlata corría por su rostro.
Miró a Laura con una expresión de odio.
—¡Maldita! ¿Te atreves a herirme? ¡Atrápenla!
Unos hombres rudos rodearon a Laura, desgarrando su ropa sin piedad.
Hugo la observaba con una sonrisa cruel mientras Laura luchaba impotente.
No se dio cuenta de que, aprovechando el caos, Clara y otras personas lograron escabullirse. Una de ellas, incapaz de soportar la escena, llamó a la policía en secreto.
Recibí una llamada del agente de Laura y me dirigí de inmediato a la comisaría.
Laura estaba sentada en una silla en la zona de espera, con el rostro hinchado y lleno de moretones. A su lado estaba su agente, Ángeles.
—¿Qué pasó?
No había tenido tiempo de preguntar detalles por teléfono.
Ángeles suspiró y comenzó a contarme todo lo ocurrido.
—Si no hubiera sido porque alguien intervino y llamó a la policía... Laura podría haber muerto a golpes.
Después de escuchar todo, permanecí en sile

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