Capítulo 120
Ella se encontró con la mirada distante de Diego; él la observaba con unos ojos profundos: —¿Quieres limpiarte?
A Ximena le sorprendió ese instante de atención por parte de él.
Antes, eso era muy raro: no habían convivido mucho y Diego tampoco era una persona dada a gestos románticos o delicados.
Que ahora fuera tan atento, probablemente también era porque... era por Carmen.
Ximena tomó el pañuelo con una expresión completamente impasible y se giró para alejarse.
El tapete bajo sus pies hizo que Ximena pisara en falso y se torciera el tobillo.
—Cuidado.
—¡Cuidado!
Dos voces sonaron, una tras otra.
Sintió su brazo sostenido por dos manos.
Ximena levantó la mirada y vio a Diego y a Miguel a su lado.
Los ojos negros de Diego eran serenos, y su tono igual de calmado.
Miguel, en cambio, miró a Diego y alzó una ceja: —Así que el jefe Diego también sabe ser atento y delicado.
Ese comentario incomodó un poco a Ximena.
No era más que una burla, comparando la indiferencia de Diego hacia ella en

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