Capítulo 76
Sara, claramente sonriente, pero en sus ojos y cejas se mostraba el orgullo forjado por el dinero.
Ximena frunció los labios, su expresión era bastante fría y no respondió.
No podía recibir con una sonrisa a la mujer que había lastimado a su madre y llevado su vida hacia la ruina.
Carlos estaba algo insatisfecho: —Cuando un adulto te habla, al menos deberías responder.
Gabriel, por su parte, no dijo nada.
Él pensaba que Ximena era una persona con claras distinciones entre amor y odio, y que solo mostraba su desagrado y frialdad hacia las personas que no le caían bien o que detestaba.
Como ellos, los amigos de Diego.
—No hay problema, ella es así, no importa.—dijo Sara, mostrando una considerable tolerancia como la mayor, como si no hubiera rencores pasados: —Hoy es la fiesta de inauguración de nuestra casa, ¿te gustaría venir?
Ximena miró a Diego, quien parecía indiferente al lado.
Entendió que él ya había arreglado el lugar de residencia de Sara.
Ximena encontró la situación irónica.

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