Capítulo 48

Alejandro, sentado al volante y espiando la conversación entre Carmen y Alberto a través del cristal, casi se atraganta con su propia saliva al oír la solicitud de Alberto. Había conocido a Alberto durante casi dos años y nunca le había pedido que lo llamara por su nombre. ¿Por qué solo le hacía esa petición a Señorita Carmen? ¡Definitivamente Alberto tenía interés en Señorita Carmen! Alejandro miraba fijamente a Alberto, intentando descubrir algún indicio de pasión en su rostro, pero desafortunadamente, Alberto siempre mantenía una postura elegante y sus expresiones eran serenas y refinadas. Sus ojos siempre lucían tranquilos y distantes. No se podía discernir ninguna emoción. Carmen, por su parte, nunca había considerado esa posibilidad, asumiendo simplemente que Alberto quería ganarse su simpatía, así que asintió alegremente. —Por supuesto, Señor Alberto. Alberto abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera decir algo, Carmen sonrió y dijo: —Es broma, desde ahora te llamaré