Capítulo 26

Todo lo que vino después se sintió como un sueño. La mano de Andrea fue entregada solemnemente por Ricardo a Manuel. Bajo el juramento del sacerdote, intercambiaron los anillos y, en medio de los aplausos de los invitados, se besaron con ternura. En el centro del salón de banquetes, Andrea, ahora con un nuevo vestido de gala, bailaba con Manuel al ritmo de una serie de canciones románticas y conmovedoras. La atmósfera era tan mágica que los invitados, contagiados por la emoción del momento, invitaron a sus parejas y seres queridos a unirse al baile. Cuando la última melodía llegó a su fin, el cielo sobre la hacienda se iluminó con una secuencia de fuegos artificiales, cada uno más deslumbrante que el anterior. Los invitados rodearon a los recién casados y juntos salieron al balcón del salón para admirar la vista. Embriagados por la emoción, Andrea y Manuel se miraron profundamente a los ojos antes de compartir otro beso apasionado. Como todo estaba siendo transmitido en vivo a nivel mu