Capítulo 10
Claudia despertó al amanecer del día siguiente. Al enterarse de que Matías asistiría al funeral, estalló de nuevo.
—¿Eres masoquista o qué te pasa? Mataste a Daniel, ¿y aún pretendes que Sofía te perdone? ¡Debería matarte, y con razón!
Matías, sin inmutarse, se colocó la chaqueta negra del traje: —Si una puñalada me sirve para ganarme la felicidad del resto de mi vida, entonces vale la pena.
Sus labios esbozaron una leve sonrisa.
Pensó, por un instante, cómo sería un hijo suyo y de Sofía.
Ella era tan dulce, tan paciente; seguro sería una madre maravillosa. Y él, por primera vez, aprendería a ser un padre responsable. Juntos le darían a su hijo un hogar lleno de amor.
La ceremonia avanzó, pero Sofía no aparecía.
Matías le envió otro mensaje. No estaba molesto por su silencio; se sentía con la paciencia y la voluntad suficientes para esperarla, para mimarla, para enmendarlo todo.
Atendió con cortesía a los invitados. El funeral transcurrió sin problemas. Entre murmullos, alcanzó a oír:

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