Capítulo 1101
Pedro apretó los labios, la estrechó con más fuerza contra su pecho y no dijo nada; solo le dio leves palmadas en su espalda.
Lorena sintió que el aire que salía de él era turbio, confuso. —¿Qué sucede?
Él no respondió; solo enterró la cabeza en su cuello, incluso parecía dolido.
—¿Qué pasa, de verdad?
Ella deslizó sus dedos entre su cabello, pero él siguió sin reaccionar, abrazándola.
Al volver a casa, Pedro no bajó del auto; dijo que tenía que ausentarse por algo.
Lorena arrugó la frente; quería ir con él, pero el auto arrancó y se alejó.
Ella se quedó allí, de pie, invadida por una extraña ira al instante.
Pedro llegó a la Hacienda Santa Lucía. Al entrar en el ascensor privado no llevaba máscara y subió directamente a la planta más alta, donde llamó a alguien.
Esa persona era la responsable de la Hacienda Santa Lucía en Norteamérica; ella parecía tener unos treinta años y su estilo de vestir era provocativo.
Al ver a Pedro, casi se le abalanzó, pero al percibir el aire que emanaba d

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