Capítulo 1134
Lorena apartó en silencio la comida de la mesa y, con la misma calma, limpió la superficie.
La información que había recabado indicaba que Baltasar, de vez en cuando, tenía problemas mentales; se decía que le gustaba hablar solo, lo cual podía ser un síntoma de demencia senil.
En un principio, ella pensó que, si al entrar Baltasar se atrevía a hacer algo, lo dejaría paralizado de inmediato.
Pero él pareció comenzar a sumergirse en recuerdos del pasado; su mirada, a veces, estaba perdida y, otras, muy lúcida.
—Camila, te pareces mucho a ella. La primera vez que te vi en el reservado sentí como si hubiera regresado.
Lorena tomó un pañuelo de papel que estaba a un lado y le limpió un dedo.
Baltasar había sido implacable durante gran parte de su vida; sin embargo, guardaba algo así en el corazón. Además, no tenía esposa: nunca se había casado.
Lorena bajó la mirada; parecía completamente dócil.
—Señor Baltasar, ¿quiere comer otra cosa? La fruta está demasiado fría, le hace mal al estómago.

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