Capítulo 387
Cuando Lorena salió de allí, sus pasos se sintieron mucho más ligeros.
Al volver a casa, se sentó en el sofá. En ese momento tampoco pudo dormir, así que tomó el computador que tenía al lado para trabajar.
No esperaba que el timbre volviera a sonar. Se sintió un poco irritada, fue a abrir la puerta y, para su sorpresa, quien estaba fuera era Arturo.
Arturo tenía unos rasgos andróginos y, en ese momento, estaba herido. Levantó la mirada para verla; una chispa de alegría apareció fugazmente en sus ojos, pero enseguida recuperó la calma.
—Jefa, he tenido un accidente ahí abajo.
Lorena se sorprendió, retrocedió un paso y primero lo dejó entrar.
En su casa había un botiquín. Él ahora contaba como uno de sus artistas, y si llegaba a desfigurarse, ¿quién le haría ganar dinero en el futuro?
El rostro de Arturo tenía algunos rasguños y su brazo estaba cubierto de sangre.
Lorena buscó el botiquín y le indicó que se sentara en el sofá.
Él se sentó en el suelo y se arrancó de un tirón la prenda qu

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