Capítulo 940
Y aquel nuevo respaldo del que Ariel hablaba, al parecer era él.
A Lorena de verdad le entró una risa tonta. ¿Acaso Ariel pensaba que ella era una regalada?
¿Creía que con dos frases podía engañarla?
Contuvo a la fuerza la repulsión en sus ojos y subió las escaleras.
Ariel se quedó en el mismo sitio, acariciándose satisfecho el vientre.
Hoy, en cuanto Lorena llegó, él la había visto y se había quedado prendado de inmediato; Lorena era realmente hermosa, ¡tenía que encontrar la manera de conseguirla!
Lorena regresó al dormitorio principal y se sentó en el sofá de un lado. Al recordar la mirada de Ariel, seguía sintiéndose incómoda.
Llamó a César y, en poco tiempo, él le llevó un montón de documentos: eran los expedientes de las personas que frecuentaban la casa principal.
Ariel era el hijo tardío de Mario; se decía que había sido malcriado hasta la médula. Mario y doña Elisa no habían escatimado en gastos para criarlo, pero, después de cientos de inyecciones para conservar aquel embaraz

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