Capítulo 187
La enfermera salió.
En ese momento, se escuchó la voz del secretario Francisco desde fuera de la puerta: —Presidente, esa herida en su mano realmente no puede seguir sin tratamiento. Debe atenderla cuanto antes, o de lo contrario, su mano quedará inutilizada.
Raquel levantó la mirada y, cerca de la puerta, vio la figura alta y elegante de Alberto. Él había estado allí todo el tiempo.
El secretario Francisco miró a Raquel con súplica: —Señora, la mano del presidente sigue sangrando, por favor, diga algo.
Raquel observó la sangre en el suelo. Esa mano de Alberto probablemente necesitaría muchas puntadas.
Raquel se levantó y caminó hacia la puerta.
Alberto la observó mientras se acercaba. Su imponente figura se movió ligeramente, y en sus ojos brilló una luz.
El secretario Francisco, emocionado, dijo: —Sabía que la señora aún se preocupa por el presidente. Presidente, debe atenderse rápidamente...
Pero en el siguiente segundo, Raquel extendió la mano y cerró la puerta del

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