Capítulo 258
Ana estaba sentada en el sofá de la sala, con el celular móvil en la mano, marcando una y otra vez el número de Alberto.
Ya era tarde en la noche y le había pedido a Alberto que viniera a acompañarla.
Estaba segura de que él acudiría, porque siempre que lo llamaba, él volaba hasta donde ella estuviera.
Esa tal Raquel ni siquiera era una competencia para ella.
Pero el dia de hoy era diferente; por mucho que esperaba, no conseguía que Alberto atendiera su llamada.
Estaba impaciente, así que siguió marcando su número una y otra vez.
Sin embargo, lo único que escuchaba al otro lado era una fría y mecánica voz femenina: —Lo siento, el número al que llama no está disponible en este momento, por favor intente más tarde o deje su mensaje después del tono.
Alberto no contestaba.
¡Pum!
Ana lanzó el celular con rabia, y su rostro, tan delicado y hermoso, se distorsionó por la rabia.
—Anita, no te enojes por favor, tu corazón no está bien para aguantar sobresaltos,—dijo María,

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