Capítulo 423
Raquel fue arrastrada fuera del restaurante por Alberto, quien caminaba con grandes pasos, mientras que Raquel solo podía seguirlo tropezando.
Raquel frunció el ceño y exclamó: —¡Alberto, suéltame!
Alberto abrió la puerta del lujoso auto y la empujó hacia el asiento del copiloto, para luego sentarse él mismo en el del conductor.
El Rolls-Royce se lanzó a la carretera y Raquel, aún frunciendo el ceño, preguntó: —Jefe Alberto, ¿acaso has terminado de cenar tan pronto? ¿No te detuvo la dama del vestido rojo con su danza?
Alberto había entrado repentinamente en el bar, algo que Raquel no esperaba, pues justo un segundo antes lo había observado mirando a la mujer bailar.
Con su mano, adornada por un reloj de lujo, apoyada en el volante y la luz de neón de la ciudad reflejándose en su rostro noble y atractivo, Alberto preguntó: —¿Me observabas?
Raquel asintió y respondió: —Sí, parece que tienes un gran encanto para el sexo opuesto; otra belleza ha perdido su corazón contigo.
Alberto esbozó u

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