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Capítulo 97

Los ojos acuosos de Raquel brillaban bajo las sábanas, y de repente soltó una risa. Alberto, con voz rasposa, preguntó: —¿De qué te ríes? Raquel lo miró y dijo: —¿Debería decir que estoy cansada o no? El ambiente estaba lleno de una ambigüedad perfecta, un tira y afloja que resultaba sumamente seductor. Alberto sonrió junto a ella y la besó nuevamente en los labios. ... Al día siguiente, en casa Pérez. En el dormitorio, María se recostaba satisfecha en los brazos de Alejandro. Ella lo abrazó por el cuello y le regañó juguetonamente: —Hace un rato me hiciste daño. Alejandro tomo su mentón y sonrió de manera traviesa: —¿Ahora estás satisfecha? —¡Malvado! Ana había llamado a Alejandro, quien regresó a casa de inmediato. Alejandro abrazó a María: —¿Mario en verdad se llevó a Raquel? —Sí, Raquel, esa persona que estorbaba, por fin desapareció. Nuestra Anita pronto será señora Díaz. Cariño, te vas a convertir en el suegro del hombre más rico de Solarena. Alejandro se rió casi que a carcajada

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