Capítulo 22

Ricardo, con el rostro lleno de dolor, arrojó el anillo y el ramo al suelo. Los pétalos de rosa se desparramaron por todas partes, rotos y tristes. —Carolina. —Sacó un pequeño cuchillo del bolsillo y lo apoyó sobre su muñeca. La hoja cortó la piel, apenas lo suficiente para que brotara sangre. —Dime la verdad, ¿de verdad no te queda ni un poco de cariño por mí? —Carolina, nací en una familia poderosa. El dinero siempre fue como papel para mí, tengo demasiado. Ricardo levantó la cabeza; sus ojos estaban llenos de un dolor sin fondo. —Tantos me rodean, me adulan, me dicen que me quieren, que me aman, pero solo aman mi posición y mi fortuna, no a mí. Carolina retrocedió unos pasos: —¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —¿Sabes por qué amé a Florencia? Porque una vez me salvó la vida. Cuando era niño, unos enemigos me tomaron como rehén, y ella se ofreció a morir en mi lugar. Ricardo sonrió con amargura: —Cuando mi familia vino a rescatarnos, le pregunté por qué lo hizo. Solo dijo que me quer