Capítulo 8
Durante todo el día, Marcos estuvo ausente y distraído.
El rostro de Patricia se le aparecía una y otra vez en la mente; sus mejillas hinchadas despertaban una compasión inevitable.
Al acercarse la hora de salir del trabajo, Ana lo llamó para preguntarle si quería cenar juntos esa noche.
Por primera vez, Marcos le mintió diciendo que debía quedarse a trabajar horas extras.
Tras colgar, dirigió la mirada hacia el escritorio: allí reposaba el pastel de cumpleaños que había encargado con antelación a su secretaria. Sus labios se curvaron en una sonrisa apenas perceptible.
La noche anterior había sido demasiado severo, pero, si Patricia no se empeñara tanto en no ceder, tampoco tendría que sufrir de ese modo.
En su recuerdo, ella siempre había sido la imagen de una mujer fuerte y optimista, como si ninguna adversidad pudiera quebrantarla.
Especialmente en la mesa de negociaciones, la primera vez que Marcos se había fijado en una mujer que no fuera Ana.
Patricia, vestida con un riguroso tra

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