Capítulo 355

Álvaro echó un vistazo y, sin responder, se dirigió al lugar donde vivía Patricia. Estacionó el coche a un lado de la carretera, observando con cautela, sin haber traído a su conductor. Estaba solo, observando desde lejos la casa que era exactamente igual a la de la foto. Dos años después, parecía que había pasado medio siglo. De repente, una mujer abrió la puerta del balcón en el segundo piso, parecía estar regando las plantas; a lo lejos, se podía ver que llevaba un vestido largo con tirantes y su cabello largo caía sobre sus hombros, tenía la piel muy blanca, tan blanca que parecía reflejar la luz. Terminó de regar, entró a la casa, cerró la puerta y corrió las cortinas, no se podía ver nada, solo la luz que se filtraba a través de las cortinas. Se contuvo una y otra vez, quería entrar y estrangularla para preguntarle si realmente tenía sentimientos. Pero si lo hacía, ella solo lo odiaría más. Ella aún quería divorciarse. Álvaro, mordiendo la colilla de su cigarrillo, sonrió; ella y