Capítulo 476
El viento soplaba, y el aire se llenaba con el intenso aroma de las flores.
Ángeles casi se ahogaba con este perfume floral.
Aunque era agradable, su nariz era particularmente sensible a los olores, de lo contrario, no habría sido capaz de rastrear a Elena solo con un saquito de hierbas tranquilizantes.
Ángeles estornudó dos veces seguidas.
El ruido despertó a la persona que yacía en el centro del jardín.
—¿Ha llegado el Médico divino?
Preguntó una voz femenina suave y etérea, teñida de una ligera sonrisa.
Ángeles levantó la vista y vio a una mujer vestida con un largo vestido blanco levantándose de una tumbona. Sus ojos y boca, curvados suavemente, desprendían una serenidad que irradiaba desde su interior hacia fuera.
La mujer era realmente hermosa, con una piel blanca y delicada, rasgos elegantes, y tanto su sonrisa como su semblante serio eran cautivadores.
Pero más allá de su apariencia, había algo en ella aún más atractivo: un aura que trascendía lo terrenal, como la luz suav

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