Capítulo 491
Ángeles presionó el botón para contestar: —¿Hola?
Un silencio breve siguió del otro lado, interrumpido por la voz cansada y ronca de Abelardo: —Ángeles, ¿dónde estás? Voy a buscarte.
Ángeles reflexionó un instante y respondió: —Nos vemos en el café de la última vez.
—Está bien.
Al llegar a la entrada del café, Ángeles le pidió a Hugo que esperara en el auto y entró sola.
Ocupó el mismo asiento de siempre, junto a la ventana, bañado en luz.
Al entrar, Ángeles divisó a Abelardo, a quien no veía desde hacía tiempo.
Se le veía mucho más delgado; su rostro, aún guapo, mostraba ángulos más marcados y sus ojos, llenos de vasos sanguíneos, revelaban el cansancio del viaje, aunque su expresión seria y distante era la misma de siempre.
Ángeles se sentó frente a él.
Cuando el camarero se acercó para tomar la orden, Ángeles la declinó; temía que las discrepancias pudieran llevar a una discusión y que Abelardo intentara lanzarle el café en la cara.
Aunque la última vez se había contenido, eso no ga

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