Capítulo 556
Ángeles ya no podía controlarse; el sonido de las campanas de bronce en su cabeza se volvió cada vez más claro y urgente, cada célula de su cuerpo gritaba descontrolada por matar.
Ángeles aguantó con dificultad, su dolor de cabeza era insoportable, estaba a punto de no poder soportarlo más.
Apretó los dientes y soportó al máximo, el sudor le cayó como lluvia, desesperada gritó: —¡Toma la cuerda, átame con fuerza, luego te la voy a reembolsar!
Fue entonces cuando Bárbara notó el comportamiento extraño de Ángeles.
En el jardín, la joven parecía estar sufriendo, sus ojos rojos, sus manos apretaron su cuerpo con fuerza parecía tener grandes signos de locura, nada indicaba que estuviera bromeando.
Bárbara enseguida dejó de reír, lanzó su mochila al suelo, sacó un montón de cuerda y ató con fuerza las manos de Ángeles a la espalda.
Curiosamente, durante el día, en el hospital solían pasar algunas personas, y si alguien veía esta terrible escena, sin duda alguna pensaría que Bárbara era una s

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