Capítulo 80
—¡Zas!
Valeria, con sus largas uñas, apretó la cara de Lucía, maldiciéndola con palabras llenas de veneno: —¿A dónde crees que vas, puta? ¿Es que llevas la mochila para ir a ver a tu madre loca y desquiciada, o planeas escapar?
—Señora Valeria... —Lucía mordió su labio, mostrándose algo débil, pero su expresión se endureció considerablemente: —No soy tu prisionera, soy libre de ir a donde quiera. Además, siempre me has odiado, ¿no es así? Por lo tanto, ¿no sería mejor para ti que me fuera?
Valeria soltó una carcajada: —¡La puta aprende a replicar! Parece que has olvidado lo que pasó en ese pueblo, ¿quieres que te lo recuerde?
Con unos cuantos clics en su teléfono móvil, comenzó a reproducirse un video con la voz ronca de una joven suplicando, pero la única respuesta era la risa burlona de un grupo de hombres.
En un instante, el rostro de Lucía se volvió pálido, y su breve coraje se desmoronó completamente; se tapó las orejas, sacudiendo la cabeza frenéticamente, y lloró: —¡Ba

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