Capítulo 401
Entonces, Rosa dijo: —Dale.
Andrés llevó a Luisa por el ascensor exclusivo del jefe y presionó el botón del piso veintiocho.
En el ascensor, sólo estaban los dos.
En ese espacio pequeño y cerrado, el silencio era tal se podía escuchar la respiración.
Andrés se encontraba junto a Luisa. Ambos estaban muy cerca.
Ella pudo percibir el sutil aroma amaderado de su perfume. Era fresco igual que él.
La distancia era demasiado corta.
Tan corta que la ropa de ambos se rozaba.
Luisa se apartó un poco, dejando distancia entre los dos.
El hombre bajó la mirada. Ese gesto no le escapó de sus ojos.
Andrés arqueó una ceja y se inclinó para susurrarle: —¿De qué tienes miedo?
La voz del hombre era profunda y magnética, con un toque de picardía.
Las orejas de Luisa se enrojecieron; ella apretó los labios y no respondió.
En los labios de él apareció una sonrisa; estaba de muy buen humor.
El ascensor los llevó a la oficina del jefe.
Luisa salió siguiendo a Andrés.
Todo el piso veintiocho era la oficina de

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