Capítulo 507
Fernanda tomó de la mano a Luisa y la llevó a un camino que rodeaba la mansión principal, dirigiéndose hacia la parte trasera de la villa.
La noche estaba en su apogeo, las estrellas salpicaban el cielo nocturno.
Lo extraño era que en todo el trayecto, aparte de unas pequeñas luces de jardín de resplandor tenue, no había ninguna otra fuente de luz.
Luisa preguntó: —Fernanda, ¿por qué actúas de una manera tan rara?
—Llegamos —dijo de repente Fernanda.
—¿Qué? —Luisa estaba perpleja.
Fernanda empujó suavemente a Luisa hacia adelante y sonrió diciendo: —Andrés quiere ver las estrellas contigo. La misión de Catalina y mía era traerte hasta aquí.
Catalina, con una sonrisa que curvaba sus ojos y cejas, añadió: —Misión cumplida, nos retiramos primero.
Tras decir eso, ambas se dieron la vuelta y se marcharon.
La confusión de Luisa aumentó y giró la cabeza para mirar al hombre que tenía delante.
Andrés esa noche vestía un esmoquin negro de solapa de punta, perfectamente entallado, con una camisa

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